Adiós muchachos by Sergio Ramírez

autor:Sergio Ramírez [Ramírez, Sergio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1998-12-31T16:00:00+00:00

8. El probable número trece

Pocos días antes de que mataran a Pedro Joaquín Chamorro, yo había recibido de parte suya un papelito, firmado con sus iniciales, en el que me presentaba a Leonardo Jerez, dueño de la fábrica de pantalones Búfalo de Rivas, como amigo de absoluta confianza. «Por favor atendelo sin reservas», me pedía, y terminaba: «abrazos a todos». Sin reservas significaba que podía conspirar con el fabricante. Todos eran los miembros del Grupo de los Doce.

A Pedro Joaquín lo asesinaron el 10 de enero de 1978. Mundo Jarquín, íntimo amigo suyo y su principal colaborador en la Unión Democrática de Liberación (UDEL), se había reunido con Los Doce, en San José, tres días atrás. Buscábamos cómo forjar una alianza, y debíamos recorrer lo más rápidamente posible un camino sembrado de mutuas suspicacias, lo que no había hecho fácil la reunión. Pedro Joaquín no ignoraba que Los Doce eran parte de la Tendencia Tercerista, con la que él quería entenderse, pero algunos miembros del grupo, de quienes menos podía esperarse, entre ellos el doctor Cuadra Chamorro, se mostraban intransigentes y desconfiaban de UDEL y del propio Pedro Joaquín.

UDEL aglutinaba desde disidentes del somocismo a socialistas con franquicia soviética, y tenía posiciones distintas a las de los viejos partidos de la derecha. Pero aun la palabra liberación, que pertenecía tanto al nombre del FSLN como al de UDEL, era objeto de disputa, no propiamente semántica. Para la tradición armada del FSLN, sólo había la liberación de clase; y desde la perspectiva de UDEL, no desafiada por sus asociados socialistas, liberación democrática implicaba una censura al totalitarismo implícito en la otra.

Había, pues, desconfianzas correspondidas. Pero Mundo Jarquín recuerda que a mediados de diciembre de 1977, un grupo de simpatizantes de la GGP llegó a interrumpir un mitin de UDEL en Matagalpa, al grito de ¡UDEL, Los Doce y Somoza son la misma cosa!; y aquella consigna convenció a Pedro Joaquín de que los terceristas estaban bajo la misma mira ortodoxa y que se podía trabajar juntos.

Mundo regresaba a Managua el domingo 8 de enero en el avión de las seis de la mañana, y en la madrugada me llamó desde el hotel para hacerme ver lo preocupado que se iba ante los pobres resultados de la reunión; le pedí que me aguardara, que yo lo llevaría al aeropuerto, y en el camino busqué tranquilizarlo. Le dije que las desconfianzas iban a quedar atrás frente a la necesidad de enfrentar todo lo que estaba por venir, que era, sin duda, lo más duro; y que le asegurara a Pedro Joaquín que en la siguiente reunión con él se definiría todo.

En febrero se celebraba en Cancún la asamblea anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), y bajo ese pretexto Pedro Joaquín viajaría a México para encontrarse con Daniel y conmigo. Pero ya no se dio aquella reunión. Ese domingo fue a recibir a Mundo al aeropuerto, ansioso de las noticias que le llevaba, ya cuando los sicarios contratados andaban tras de sus pasos, y una foto del aeropuerto, donde aparece abrazando a Mundo, fue la última que le tomaron.

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